La terapia Cognitivo-Conductual, también llamada Conductual, es una de las escuelas de Psicoterapia más antiguas.
Hay dos características que la definen: su modelo de la naturaleza humana y su metodología.En esencia, consideramos que casi el 100% de nuestra forma de ser, de nuestra personalidad, es fruto de nuestras experiencias.
Aunque nacemos con fuertes predisposiciones genéticas o biológicas, es el aprendizaje el que nos hace que estas potencialidades fragüen o cristalicen en una u otra dirección.
Por todo ello la infancia es de gran importancia, pero también lo es la adolescencia y la adultez.
Todos los periodos de nuestra vida son importantes porque posibilitan experiencias y aprendizajes y se va moldeando nuestra manera de ser. A veces, tenemos experiencias que nos hacen aprender reacciones emocionales dañinas o dolorosas.
Por ejemplo, si una persona tiene un accidente de tráfico y aunque no se hiere se asusta mucho, puede que la próxima vez que suba a un coche se sienta muy ansioso, con un gran miedo. Ha aprendido una fobia a conducir.
Otras veces en realidad la mayoría, el proceso de aprendizaje es más lento. Por ejemplo, si a una persona se la educa en casa y en el colegio, sobre valorando la importancia de caer bien a los demás, enseñándole que gustar es prioritario o que lo que piensen de él es crucial, puede que esa persona desarrolle una timidez patológica o fobia social.
En síntesis, de forma rápida y concreta, o progresivamente a lo largo de los años, nuestros problemas emocionales son fruto del aprendizaje. Cuando alguien sufre una depresión, un trastorno de la ansiedad o un problema de alimentación, no está loco, ni enfermo, ni es débil, sencillamente ha sido víctima de una serie de desafortunadas experiencias.